En castellano hemos estado trabajando el romanticismo. Una de las maneras ha sido haciendo un podcast en parejas sobre la obra Don Juan Tenorio, de José Zorrilla. Yo he hecho el podcast con Neus. Ella hacia de Don Juan y yo de Doña Inés. Tengo que reconocer que Neus lo ha tenido mucho más difícil, ya que tenia más que el doble de texto que yo, pero mutuamente nos hemos ayudado a relatarlo de la mejor manera posible. Os dejo aquí el podcast y la escena:

Escena II

DON JUAN.

¡El fuego! ¡Ah! No os dé cuidado

por don Gonzalo, que ya

dormir tranquilo le hará

el mensaje que le he enviado.

DOÑA INÉS. ¿Le habéis dicho…?

DON JUAN

Que os hallabais

bajo mi amparo segura,

y el aura del campo pura

libre por fin respirabais.

¡Cálmate, pues, vida mía!

Reposa aquí, y un momento

olvida de tu convento

la triste cárcel sombría.

¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,

que en esta apartada orilla

más pura la luna brilla

y se respira mejor?

Esta aura que vaga llena

de los sencillos olores

de las campesinas flores

que brota esa orilla amena;

esa agua limpia y serena

que atraviesa sin temor

la barca del pescador

que espera cantando al día,

¿no es cierto, paloma mía,

que están respirando amor?

Esa armonía que el viento

recoge entre esos millares

de floridos olivares,

que agita con manso aliento;

ese dulcísimo acento

con que trina el ruiseñor

de sus copas morador

llamando al cercano día,

¿no es verdad, gacela mía,

que están respirando amor?

Y estas palabras que están

filtrando insensiblemente

tu corazón ya pendiente

de los labios de don Juan,

y cuyas ideas van

inflamando en su interior

un fuego germinador

no encendido todavía,

¿no es verdad, estrella mía,

que están respirando amor?

Y esas dos líquidas perlas

que se desprenden tranquilas

de tus radiantes pupilas

convidándome a beberlas,

evaporarse, a no verlas,

de sí mismas al calor;

y ese encendido color

que en tu semblante no había,

¿no es verdad, hermosa mía,

que están respirando amor?

¡Oh! Sí, bellísima Inés

espejo y luz de mis ojos;

escucharme sin enojos,

como lo haces, amor es:

mira aquí a tus plantas, pues,

todo el altivo rigor

de este corazón traidor

que rendirse no creía,

adorando, vida mía,

la esclavitud de tu amor.

DOÑA INÉS

Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,

que no podré resistir

mucho tiempo sin morir

tan nunca sentido afán.

¡Ah! Callad por compasión,

que oyéndoos me parece

que mi cerebro enloquece

y se arde mi corazón.

¡Ah! Me habéis dado a beber

un filtro infernal, sin duda,

que a rendiros os ayuda

la virtud de la mujer.

Tal vez poseéis, don Juan,

un misterioso amuleto

que a vos me atrae en secreto

como irresistible imán.

Tal vez Satán puso en vos:

su vista fascinadora,

su palabra seductora,

y el amor que negó a Dios.

¿Y qué he de hacer ¡ay de mí!

sino caer en vuestros brazos,

si el corazón en pedazos

me vais robando de aquí?

No, don Juan, en poder mío

resistirte no está ya:

yo voy a ti como va

sorbido al mar ese río.

Tu presencia me enajena,

tus palabras me alucinan,

y tus ojos me fascinan,

y tu aliento me envenena.

¡Don Juan! ¡Don Juan!, yo lo imploro

de tu hidalga compasión:

o arráncame el corazón,

o ámame porque te adoro.

DON JUAN

¿Alma mía! Esa palabra

cambia de modo mi ser,

que alcanzo que puede hacer

hasta que el Edén se me abra.

No es, doña Inés, Satanás

quien pone este amor en mí;

es Dios, que quiere por ti

ganarme para Él quizás.

No, el amor que hoy se atesora

en mi corazón mortal

no es un amor terrenal

como el que sentí hasta ahora;

no es esa chispa fugaz

que cualquier ráfaga apaga;

es incendio que se traga

cuanto ve, inmenso, voraz.

Desecha, pues, tu inquietud,

bellísima doña Inés,

porque me siento a tus pies

capaz aún de la virtud.

Sí, iré mi orgullo a postrar

ante el buen Comendador,

y o habrá de darme tu amor,

o me tendrá que matar.

DOÑA INÉS

¡Don Juan de mi corazón!

DON JUAN

¡Silencio! ¿Habéis escuchado…?

DOÑA INÉS

¿Qué?

DON JUAN

(Mirando por el balcón.)

Sí, una barca ha atracado debajo de ese balcón.

Un hombre embozado de ella

salta… Brígida, al momento

pasad a ese otro aposento,

perdonad, Inés bella, si solo me importa estar.

DOÑA INÉS

¿Tardarás?

DON JUAN

Poco ha de ser.

DOÑA INÉS

A mi padre hemos de ver.

DON JUAN

Sí, en cuanto empiece a clarear.

Adiós.

Después de escuchar el podcast, os voy a contar un poco lo que acabamos de relatar: Esta comienza en pleno Siglo de Oro, en Sevilla, donde Don Juan Tenorio y Doña Inés mantienen una interesante conversación. Don Juan es un seductor de mujeres y por primera vez se enamora de Doña Inés. Doña Inés también se enamora locamente de este.

Este trabajo me ha gustado mucho y he disfrutado haciéndolo. Hemos tenido dificultades a la hora de hacerlo pero considero que finalmente hemos conseguido un resultado excelente.