La lectura trimestal de este primer trimestre de castellano ha sido Lazarillo de Tormes. Lo empezamos a leer en clase, pero no tuvimos mucho tiempo, así que lo tuvimos que terminar en casa por nuestra cuenta. Esta novela picaresca, esta ambientada en la España del siglo XVI. Hemos hecho diferentes trabajos relacionados con el libro, desde un booktrailer a una escritura creativa, que consistia en ambientar la historia de Lazarillo en la Cataluña de la actualidad.
Lazarillo de Tormes es una novela española anónima, escrita en primera persona, por el propio Lázaro, en estilo epistolar, dicho de otra forma en una sola y larga carta. En ella se cuenta de forma autobiográfica su vida. Se trata de una novela picaresca. Es una adaptación de Rosa Navarro Durán.
La novela picaresca es un género literario que se escribe en prosa y es característico de la literatura española. Surge entre los períodos renacentista y barroco en lo que se conoce como el siglo de oro. Luego se extendió por toda Europa. Se narra en primera persona. El autor y el protagonista son la misma persona que intenta contar su propia historia, aunque ciertamente dista mucho de ser real. Trata de retratar la sociedad en la que vivían, incluso de degradarla o ridiculizarla. Es una sátira.
El autor, del cual no se sabe su identidad, trata un fuerte realismo en la descripción de la sociedad.
El libro, es una carta que escribe Lazarillo dirigida a “vuestra merced”, en la que le explica su vida, sus fortunas y adversidades, para que se dé cuenta de lo que le ha costado conseguir el nivel social que ha llegado a alcanzar bajo la protección del Arcipreste de San Salvador. Lázaro aprovecha la ocasión para justificar todos los males que ha cometido: no por maldad, sino por supervivencia. Redacta sus memorias para mostrar su claro ascenso social.
Un pequeño pasaje del libro que se me quedó fue el del ciego y el vino.
Cuando Lázaro y el ciego comían, el ciego siempre tenía un jarro de vino. Lázaro, aprovechando que su amo era ciego, cogía el jarro y se tomaba uno o dos tragos, pero el ciego se dió cuenta de ello. Así que Lázaro buscó distintas formas de beberse el vino. Con una larga pajita iba bebiendo, pero el ciego, muy astuto, volvió a darse cuenta. Lazarillo tuvo que pensar otras formas para poder continuar bebiendo vino. Entonces se le ocurrió! Se le ocurrió hacerle un agujero al jarro, taparlo y a la hora de comer, fingiendo tener frío, se ponía entre las piernas del ciego para así poder beberse el vino. Un día, al haberse dado cuenta el ciego de lo que Lázaro estaba haciendo, dejó que Lázaro se pusiera de nuevo entre sus piernas, y cuando estaba bebiéndose el vino, el ciego dejó caer el jarro y se rompió en la boca de Lázaro.
No sólo encierra una crítica a la sociedad española del siglo XVI, sino demuestra que, casi 500 años después, muy poco han cambiado las intenciones y los intereses de las personas de la sociedad actual. Es un clásico que retrata la pobreza infantil de una época dura en España.
Mi madre se había quedado embarazada de mi a sus 17 años y, por aquella época, yo tenía la misma edad. Ella trabajaba de lo que podía. Entre semana acostumbraba a limpiar casas y ayudar a las ancianas. Los fines de semana hacía de camarera en un bar. Con eso intentábamos llegar a fin de mes. Un buen día mi padre, que había abandonado a mi madre cuando se enteró que estaba embarazada de mí, llegó diciendo que me podía conseguir una buena educación y me podría convertir en un hombre de provecho. Mi madre, deseosa de sacarme de aquel antro, dejó que me fuera con él. Yo, inocente, me creí todo lo que me decía, y al principio las cosas fueron bien; pero pasados unos días, empezó a beber. Cada vez que llegaba a casa, me escondía, pero él me llamaba una y otra vez hasta que yo, temeroso, salía de mi escondite, entonces él me pegaba. También me mataba de hambre y sólo me dejaba comerme los restos que él dejaba, hasta que me harté. Ingeniandomelas, le robaba el vino cuando él se dormía con la botella en la mano, o le quitaba la carne cuando se desplomaba sobre la mesa, borracho como una cuba. Un día me pilló, y yo tuve que huir de casa. Sin embargo, fui de mal en peor.
Iba corriendo como un condenado, cuando un fraile de pueblo, un hombre de sesenta años, canoso y barrigudo, se topó conmigo y me preguntó qué ocurría.
-Señor, mi padre me quiere pegar porque le he quitado la comida. Entiéndame, me moría de hambre – dije sollozando.
-No te preocupes hijo, yo te ayudaré, si tú me ayudas – me dijo él sonriente.
Y así fue como entré a servicio del fraile, pero si antes me moría de hambre… eso era mucho peor. Yo nunca había sido católico, pero desde entonces, deseaba que fuera siempre domingo para poder sentarme en la puerta de la iglesia a pedir y que los feligreses me dieran lo que fuera. En esas estaba yo, hasta que me dí cuenta de que el fraile guardaba en un arcón todas las monedas que le daban. Aprovechaba cuanto podía, y intentaba rascar alguna moneda siempre que el fraile estaba distraído. Así seguí una temporada, hasta que el fraile se dio cuenta y mandó poner una cámara de vigilancia. Yo no tenía ni idea y, cuando el fraile vio el video y descubrió que yo era el ladrón, me echó de la casa a patadas.
Salí en busca de un tercer amo. Por suerte lo encontré. Era un policía jubilado que vivía bastante bien. Él me compró algo para vestir, hasta me compró unas deportivas azules muy chulas. Por desgracia no me caía muy bien, y me tuve que marchar en busca de otro amo.
Cuando me quise dar cuenta, estaba viviendo en casa de un estafador, que se dedicaba a poner ofertas de viajes en Internet y, con ayuda de un amigo hacker, cuando ponían el número de cuenta para poder pagar, le quitaban todo el dinero. Me parecía muy deshonroso o que hacían así que me marché de allí, de nuevo buscando amo.
Por suerte, encontré a un político que me acogió. Trabaje para él como cocinero y él, diciendo que era muy buena mujer, me propuso casarme con la niñera de sus hijos. Por aquella época, yo tenía veintisiete años, y quería encontrar a una chica con la que pasar mi vida, así que acepté encantado pues, además era una chica muy guapa y yo también le gustaba. Después de casarnos, nos mudamos a la casa que había al lado, e íbamos a comer a la casa del político todos los domingos, además de trabajar allí entre semana. Ella me dió dos hijos maravillosos. Ahora tengo una casa, un trabajo, una mujer y unos niños estupendos. No me importa lo que diga la gente: he encontrado la felicidad y con eso me basta.
PASAJE DEL LIBRO
Un pequeño pasaje del libro que se me quedó fue el del ciego y el vino.
Cuando Lázaro y el ciego comían, el ciego siempre tenía un jarro de vino. Lázaro, aprovechando que su amo era ciego, cogía el jarro y se tomaba uno o dos tragos, pero el ciego se dió cuenta de ello. Así que Lázaro buscó distintas formas de beberse el vino. Con una larga pajita iba bebiendo, pero el ciego, muy astuto, volvió a darse cuenta. Lazarillo tuvo que pensar otras formas para poder continuar bebiendo vino. Entonces se le ocurrió! Se le ocurrió hacerle un agujero al jarro, taparlo y a la hora de comer, fingiendo tener frío, se ponía entre las piernas del ciego para así poder beberse el vino. Un día, al haberse dado cuenta el ciego de lo que Lázaro estaba haciendo, dejó que Lázaro se pusiera de nuevo entre sus piernas, y cuando estaba bebiéndose el vino, el ciego dejó caer el jarro y se rompió en la boca de Lázaro.