Seguro que todos conoceréis la famosa historia de Frankenstein, una de las obras literarias de ciencia ficción y terror más conocida y valorada de la historia. Habla sobre un científico, Victor Frankenstein, que contradice a la religión y desafía a la ciencia, reanimando a tejidos ya muertos y creando vida, igualando al único ser que, según la religión, puede crear vida: Dios.

De este experimento “nace” un ser que por su apariencia y sus pensamientos de niño pequeño, es marginado y mirado con mala cara. Entonces empieza una de las más famosas historias de terror cuando el monstruo de Frankenstein comienza a matar a toda la gente que le mira mal.

Dicha obra la podemos comparar con el famoso mito de Prometeo y su creación. Prometeo, es un semidiós de la mitología griega que con arcilla y con su poder crea ni más ni menos que a los humanos. Primero Zeus se enfada con él porque crea un ser nuevo sin su permiso, pero más tarde, Prometeo roba el fuego sagrado de los dioses y con este acto llega al colmo de Zeus, quien lo castiga exponiéndolo y atado en un precipicio donde cada día viene un águila a comerle el hígado, porque al ser un semidiós se le regenera el órgano y sufre para toda la eternidad.

La principal similitud entre ambas historias es básicamente la creación o la manipulación de la propia vida. En la historia mitológica, el semidiós usa sus poderes para dar vida a una escultura de arcilla, y en la de Mary Shelley es la resucitación de una construcción de distintos cuerpos a base de la electricidad, lo que es una metáfora que hace referencia al rayo de Zeus, con lo que puede controlar lo que le de la gana. La primera similitud que las dos obras comparten es las de dar o crear vida.

La siguiente similitud sería la de la violación de las leyes. Por ejemplo, cuando Prometeo decide crear a los humanos, burla por completo las leyes puestas por Zeus. Luego, por otra parte, Frankenstein a la hora de crear su criatura, a la que, por cierto, no le pone nombre alguno, viola completamente las leyes de la naturaleza. Es decir los dos personajes se saltan las leyes.

Pues, sí, cuando Zeus se entera que Prometeo ha creado vida y encima es ha otorgado el poder del fuego, decide castigar a los humanos y a Prometeo. A Prometeo los ata a una roca y cada día el águila del dios les come el hígado. Y digo cada día porqué después de que el águila lo ataque se le vuelve a regenerar dicho órgano. A los humanos los castiga con una caja, la caja de Pandora, una caja la cual guarda en su interior todo tipo de mal que pueda existir, la ira, el miedo, la tristeza… Cuando la caja es abierta por Pandora todas estas cosas cobran vida y salen hacia el exterior junto a la única cosa que puede salvar a los humanos… La esperanza. La semejanza con Frankenstein no es tan clara como las anteriores. Frankenstein es castigado por dos formas diferentes. Él es castigado por el mismo, ya que, cuando crea el monstruo, este acaba con la mayoría de sus seres queridos y con inocentes del pueblo. Entonces estas muertes dan paso al odio de la sociedad hacia el doctor.

Lo que diferencia a las dos obras es la reacción y la responsabilidad que toma cada uno con su creación. Cierto es que en este articulo hemos comentado que hay muchas cosas entre las dos historias que se asemejan, pero hay una en la que no se parecen mucho. Me refiero a el cuidado que le dan Prometeo y Frankenstein a sus creaciones. Sabemos que Prometeo tiene absoluto cuidado de los humanos, robando fuego de Zeus y dándoselo a los humanos, por ejemplo. Pero Frankenstein, hace todo lo contrario, cuando acaba de crear a su “monstruo”, al ver lo horrible que es, lo deja abandonado en una vida marginada, llenándolo de ira y hambre de venganza.

En mí opinión los dos protagonistas hacen cosas alucinantes a la hora de crear vida, pero obviamente sin pensar en sus consecuencias.