Simón, no; Saimon

Jorge Gamero Simón, no; Saimon explica los conflictos entre alumnos y profesores en un instituto imaginario pero, según nos contó el mismo autor,  basado en personajes reales.  Posiblemente por esta razón no fue muy difícil imaginarse una carta a uno de los personajes de la novela:

 

 

Apreciado César:

Me dirijo a usted para felicitarle por su gestión como mediador en el caso de Simón, o más bien dicho, Saimon.

Me llamo Àlvar y voy al Institut Viladomat, en el ensanche barcelonés. Los alumnos, a pesar de ser diferentes unos a los otros, nos respetamos y tenemos bastante confianza con la mayoría de profesores, aunque solemos ser bastante críticos. Vivo en un ambiente tan diferente al que se describe en el libro de Jorge Gamero que me ha sorprendido la necesidad de que tenga que haber un mediador para ayudar a resolver conflictos. Supongo que es por este motivo que me gustaría saber en qué consistía exactamente el proyecto de mediación que presentó en el Consejo escolar. Es decir, conocer la metodología que describió para conseguir alcanzar un acuerdo aceptable para las partes en conflicto, apta y aplicable a tantas opciones de conflictos.

Jorge Gamero describe su buena voluntad como mediador pero da la sensación que actúa un poco instintivamente, sin seguir unos pasos ya marcados de antemano.  Sin embargo, su libro refleja que todo buen mediador tiene que cumplir unas reglas básicas:

Preocuparse por escuchar a las personas que están en conflicto. En este sentido, me parece muy acertado que hiciera escribir a los alumnos sus opiniones sobre los profesores.

Trabajar en equipo. Mercedes, la psicóloga del instituto, es quien descubre que el padre de Saimon lo maltrata. Usted y Esmeralda (psicopedagoga) llegan a un acuerdo con Saimon primero, antes de la reunión con su padre y su madre. La entrevista la hace con la ayuda de Esmeralda, Alonso (el director) y Maribel (la tutora). Y es Ángel, su amigo profesor,  ya recuperándose de una depresión, quien habla con el padre de Saimon, a pesar de que éste lo amenazó de muerte.

Ser empático, es decir, ponerse en el lugar de ambas partes para ayudarles a llegar voluntariamente a un acuerdo y no querer simplemente imponer el acuerdo.

Mantener la calma a pesar de la gravedad de los hechos. En este sentido, me parece bastante lógico que usted perdiera la paciencia ante la actitud prepotente y machista del padre de Saimon. Aunque, finalmente, su intervención fuera decisiva para cambiar la actitud entre padre e hijo.